XANTOLO
TEMPOAL, VERACRUZ
El día de muertos o
Xantolo es, sin duda, una de las festividades más importantes y representativas
de la región norte de Veracruz, comprendida, entre otras, por las poblaciones
de Pánuco, Tempoal, Tantoyuca, Platón Sánchez y El Higo. Aquí se le rinde culto
a los muertos festejándolos con una serie de actividades que comienzan a partir
del 31 de octubre hasta el 3 de noviembre, distinguiéndose de otros pueblos por
sus características particulares. A pesar de que es una festividad llevada a
cabo en toda la región huasteca es en Tempoal en donde se conservan mejor sus
raíces e incluso fue declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de Veracruz,
en 2007.
Xantolo es un
vocablo que viene del término castellano xanto (santo) y el término náhuatl olo
(abundancia), que significa Todos Santos.
Debido al carácter
sincrético de la fiesta en Tempoal, la celebración de los muertos se considera
una de las más singulares y raras de todo México, pues incluye culto de las
deidades prehispánicas y de las impuestas a los indígenas por los españoles.
Los preparativos
para la fiesta se comienzan con días de antelación, casi siempre a finales de
octubre. La puesta de los altares con muchos elementos decorativos así como las
danzas se ejecutan en preparación de los días grandes.
En cada hogar se
instala el ya tradicional Altar de Muertos, que consta de dos arcos de guasima1
o cualquier otra vara flexible, forrados con estribillo y adornado con flor de
cempasúchil y mano de león. En la ofrenda se acostumbra poner todo aquello que le
gustaba comer al difuntito, así como los objetos que nos hacen recordarlo, como
alguna imagen, algún objeto personal y hasta su música favorita.
Al altar se le
cuelga fruta, pan de muerto y flores, y se adorna con papel picado de colores
sobre un mantel blanco, dándole con esto más colorido a la ofrenda. Lo que no
debe faltar es la imagen de la Virgen de Guadalupe, de Jesucristo o del Santo
que veneren en cada hogar, así como copal o incienso para purificar el ambiente
y alejar los malos espíritus. En el piso se coloca un camino de cal, que según
la costumbre es para atraer las almas de los difuntos, así como también una
bellota con cuatro velas en cruz que indican los puntos cardinales, esto para
alumbrar su recorrido hacia el altar. La creencia cuenta que la ofrenda debe
permanecer desde el 31 de octubre hasta el 8 de noviembre, cumpliéndose así el
ya tradicional ochavario, periodo que tienen los difuntos para llegar y
retirarse.
El día 1° de
noviembre es destinado a los muertos chiquitos y, por ende, en la ofrenda se
colocan dulces, refrescos, piñatas, juguetes, y demás objetos que atraerán las
almas pequeñas.
El día 2 es de los
difuntos mayores y el altar se llena de colorido, olores y sabores diversos que
van desde platillos como el mole o los tamales, así como también el pan de
muerto, chichimbre3, pemoles4, atoles duros5, dulce de calabaza, café y no
puede faltar la cerveza o el tequila, según el gusto del difunto. A la ofrenda
en su conjunto se le llama chichiquil y la tradición es visitar las casas de
los parientes y amigos llevando y trayendo chichiquiles como muestra de cariño
y respeto.
Existen varios
elementos que se usan en esta fiesta, como los cohetes, que con sus destellos
se utilizan para atraer a los espíritus "buenos" y al mismo tiempo para
alejar a los espíritus "malos" de las cercanías de las casas, que
será en donde llegarán los fieles difuntos.
Además, se realiza
una representación con los locales disfrazados de “Viejos” con máscaras
artesanales, talladas en madera y atuendos de estilo vaquero. También usa un
paliacate o una pañoleta para cubrir la parte posterior del cráneo y el cuello
mismo.
Los viejos
representan entonces la materialización de las almas de los muertos, por lo que
con este carácter pueden entrar a la casa que ellos elijan, tomando así los
alimentos de los altares que ellos deseen, pues se dice que las almas de los
muertos vienen a bailar y a disfrutar de la comida que se les ofrenda. Sin
embargo, detrás de ellos viene la muerte siguiéndolos para llevarlos de regreso
y que el alma de los muertos se esconde en el cuerpo de los vivos y el vivo
debe ponerse máscara pues la muerte no debe reconocer a los vivos.
La cuadrilla está
formada por el vaquero, quien dirige al grupo y porta un cuerno de vaca con el
cual llama a su comparsa para que comiencen a ejecutar la danza, el diablo que
porta un látigo o chicote con el que hace múltiples travesuras, la muerte, la
señora embarazada, el curandero o curandera, la novia y el novio, el niño y la
niña, el doctor y la enfermera, entre otros.
Se le llama
cuadrilla y no comparsa (aunque lo parezca)ya que los personajes principales
son cuatro y cada uno de ellos tiene un interesante significado:
El vaquero, quien es
el primero en llegar al altar y llama a los demás tocando el cuerno, representa
al hombre, su fuerza. Su color representativo es el azul. Prehispánicamente
representa “el agua que cae”, la lluvia que fecunda la tierra.Va al frente de
la cuadrilla porque representa al hombre, cabeza de la familia, su conductor.
El sombrero que posee es símbolo de su conexión con Dios, la reata hace
alegoría a la fuerza con la que el hombre sujeta todo lo que ambiciona, y las
chaparreras y las espuelas son icono del sincretismo religioso: “La conjunción
de la fe cristiana e indígena”.
El segundo personaje
de la cuadrilla es la mujer, “la Mujer Embarazada”. Su color es el verde y
representa a “la tierra fecundada” por la lluvia (el hombre). Con ella da
inicio “la Vida”, “el ciclo generacional”, y si bien “el Vaquero” es factor de
que se de “el Nacimiento”, es “la Mujer Embarazada” quien lo sufre. Representa
la feminidad. Todo lo aguanta, todo lo tolera, todo lo soporta; encima de todo
lo que padece por el hombre, lo quiere, ha allí la razón de su rostro duro.
“El Diablo” es el
más ambiguo de todos los personajes, el más difícil de entender. Su color es el
rojo, representa “el fuego dentro del ser humano”, y su imagen tiene el rostro
del cristal con que se ve.
“La Muerte”
representa “el aire impalpable”, carece de color. Es la representación del fin
de “la Vida”, pero es también símbolo del inicio de una nueva en el plano
espiritual.
El 30 de noviembre
se hace la fiesta del "destape", una tradición en la que las
comparsas bailan de nuevo toda la noche y donde al final descubren sus caras y
se conoce a la persona que portó ese disfraz.
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